Área Clínica.
El Síndrome de Asperger se caracteriza por poseer un diagnóstico incierto debido en gran parte a la falta de información al respecto. Pérez (2016), destaca la importancia de la adquisición de estos conocimientos por parte de todos los profesionales sanitarios, concretamente los pertenecientes a la Atención Primaria, quienes trabajan con este tipo de pacientes y con sus familias de una forma más cercana y frecuente. Gracias a ese aprendizaje de las manifestaciones más representativas sería posible una rápida detección a edades tempranas para poder así elaborar un correcto tratamiento individual para la persona. Diferentes estudios priorizan el trabajo multidisciplinar en estos pacientes incluyendo una atención y seguimiento global por parte de especialistas y atención primaria, involucrando también a la familia.
Clasificación CIE-10.
En la última revisión de este manual (Ministerio de Sanidad, Consumo y
Bienestar Social, 2020), el Síndrome de Asperger fue incluido en el capítulo V,
apartado F84 con el nombre de “trastornos generalizados del desarrollo” y
pertenece al Eje I: trastornos de inicio de la infancia o adolescencia, aunque
como aseguran Cabrera y Medina (2017), esta definición no es precisa, pues la
aparición de los trastornos mentales también pueden iniciarse en la
adolescencia.
En el manual, la descripción de este síndrome se realiza junto a otros
trastornos como son el trastorno autista, trastorno de Rett, trastorno
desintegrativo infantil y trastorno generalizado de desarrollo no específico.
A diferencia del autismo, en el Síndrome de Asperger (SA) no se
observan retrasos importantes del lenguaje o del desarrollo cognitivo.
Aproximadamente con los dos años de edad, el niño será capaz de vocalizar
palabras sueltas y con tres años podrá usar frases adecuadas para
comunicarse. De igual forma, la capacidad adaptativa y la atención por el
entorno que le rodea tampoco se verán afectadas durante el desarrollo.
Clasificación DSM- 5.
En la última edición del Manual Diagnóstico y estadístico de
enfermedades mentales, la American Psychiatric Association (APA, 2014),
encargada de su producción, consideró que la categoría diagnóstica del
Síndrome de Asperger se incluiría en el diagnóstico del Trastorno del espectro
Autista (González- Alba et al., 2019), perdiendo de esta forma la independencia
que poseía en la versión anterior y añadiendo diferentes modificaciones.
En la actualidad, teniendo en cuenta a Hosseini & Molla (2020), las
investigaciones demuestran que los especialistas emplean el diagnóstico del
SA como un subtipo de TEA pero sin presentar retraso del lenguaje y con un
coeficiente intelectual normal. De forma específica, los criterios establecidos en
el DSM-5 clasificarían a este síndrome con el nombre “TEA sin déficit
intelectual acompañante” o “TEA sin discapacidad intelectual asociada”.
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