La lista original de características del S.A. incluye la observación que el niño carece de
empatía. Esto no debería ser mal interpretado en el sentido de que el niño carece
completamente de capacidad para preocuparse por los demás. Se trata más de que
puedan estar confusos por las emociones de los otros o de que tengan dificultades para
expresar sus propios sentimientos. Aunque el niño con S.A. posee normalmente una
simetría natural de rasgos faciales, durante la conversación o cuando juega con niños
pequeños, uno se da cuenta de una cualidad casi fría.
No sólo hay problemas con entender las expresiones emocionales del niño, sino que las
propias expresiones emocionales del niño son poco frecuentes y suelen carecer de
sutileza y de precisión. Puede besar a un extraño total en los labios, o puede expresar la
angustia desproporcionadamente en relación con la situación. Una conversación puede
incluir términos técnicos apropiados y avanzados pero los hechos son descritos en
términos de acción, pero no de sentimiento.
Emociones en desarrollo típico.
Las respuestas emocionales tienen que ver desde un reconocimiento de expresiones emocionales egocéntricas (en sí mismo) y alocéntricas (en los otros), respuestas perceptuales, fisiológicas (frecuencia cardiaca,
frecuencia respiratoria, sudoración, movimientos de músculos faciales, respuestas electrofisiológicas, etc.) y conductuales.
Además, se requiere de lenguaje y conciencia para poder comunicar las
emociones, por lo que se espera que un niño en la primera infancia, aún con
un desarrollo típico, tenga dificultades para el reconocimiento y expresión de
las emociones (Larsen, McGraw & Cacioppo, 2009; Stein & Levin, 2001).
Por el contrario, en un adulto se esperaría que éste logre realizar el reconocimiento a partir de las experiencias vividas, de acuerdo a la evaluación de
eventos similares antes experimentados. Sin embargo, no todas las emociones dependerán de la experiencia vivida, sino que pueden estar disociadas de
lo que se puede reconocer de manera verbal (Gazzzaniga & Le Doux) 1978;
Bechara, Tranel & Damasio, 2000).
Emociones en Síndrome de Asperger.
Como se mencionó con anterioridad, en personas con SA se observa un
compromiso de dificultad en amígdala, relacionado con las manifestaciones
propias del síndrome (dificultad en regulación emocional e interacción social)
(Dziobek, 2006). Además, se ha demostrado que la amígdala regula el aprendizaje emocional e interviene en la expresión emocional (Unzueta & Pinto,
2009). Por otra parte, se ha observado que en el SA se activan las regiones pero no la amígdala, mientras los pacientes realizaban inferencias menta listicas, a lo que se le llama Teoría de la Mente (Hudepohl,
2013). Sin embargo, se ha encontrado una dificultad en la expresión emocional y comprensión de la expresión afectiva presente en los sujetos con SA
(Falkmer, Bjällmark, Larsson & Falkmer, 2011). Así, estos sujetos pueden
experimentar afectos negativos como la tristeza o depresión, como consecuencia de su limitación de la expresión emocional propia del trastorno (Pacheco et al, 2008).
Por ello, se vuelve un proceso complejo la regulación del ajuste de la
respuesta orgánica con relación al ambiente y las regulaciones en procesos
cognoscitivos, tales como el reconocimiento de estímulos familiares y emocionales (Prizant, Wetherby, Rubi & Laurent, 2008). Por tanto, cuando va
dándose la madurez en el desarrollo del niño incrementa la capacidad para
inhibir reacciones impulsivas iniciales de acuerdo a las normas sociales
(Miller, 2004).
¿Cómo psicólogos que actividades sugieres para reforzar el área emocional de los niños con Asperger? 🙋🏻♀️
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